Sábado 26 de junio de 2010:
Del Novotel de Venecia a donde fuimos de paso, arrancamos a las diez de la mañana en nuestra camioneta Mercedez con destino la capital austríaca. El parqueo del carro durante la semana que estuvimos en el crucero costó 140 €. Viena tiene 1.700.000 oriundos y con el área metropolitana completa 2.400.000 habitantes. Actualmente Viena posee el primer puesto dentro de las listas de calidad de vida de ciudades del mundo, gracias al orden, limpieza, seguridad y alta eficiencia de los servicios públicos, así como por las muchas alternativas de educación, cultura y entretenimiento.
Ya por la autopista vemos hectáreas y hectáreas de viñedos cultivados a cada lado de la vía. También hay algunos sembrados de maíz forrajero. Esta región es Veneto y se caracteriza porque los pueblitos de la zona tienen una torre alta y cuadrada que termina en afilada punta. Aún el pueblo más pequeño se ve limpio, ordenado y sin barrios, por decir lo menos: subnormales. Por acá no se ven casas al borde de la autopista. En caso que la carretera atraviese un poblado cercano, de todas maneras se colocan a la vera del camino láminas de zinc altas para disminuir la contaminación auditiva.
En Udine a las 11:15 paramos en un área de servicio en donde encontramos chocolatinas Tablerone a 6.75 euros la media docena. A través del Internet de Jorge sabemos que en Colombia el dólar amaneció a $ 1.900 y el euro se cotiza a 2.336. De nuevo en la camioneta comemos Grissinis, unos palitos de harina tostados y más delgados que un lápiz. Pero, como se dice en Colombia, ‘encarretadores’. Por acá ya se divisan los Alpes italianos con algunos desfiladeros que dibujan como rayones en las laderas. En conjunto estos cerros parecen senos de base angosta. Se trata de montañas muy verticales cubiertas de vegetación espesa aunque a veces se aprecian dolomitas, es decir, minas de cal.
Nosotros iniciamos el ascenso y nos disponemos a entrar a Austria. La subida no es muy pendiente porque acá cuando se traviesa una montaña, construyen túneles. Lo más destacado en Europa es el verde: todo terreno tiene cultivos o está cubierto de árboles. Ya se divisan pueblos austríacos preciosos mientras en el equipo se escuchan canciones de Sarah Brightman. Estos conglomerados tienen casas de techos oscuros, muy verticales y de dos aguas. Estamos dizque cruzando los Alpes, pero nada de trepadas fuertes y en cambio pocas curvas y varios túneles. Desde acá en la frontera con Austria hasta Viena hay 536 kilómetros, nos demoraremos cinco horas así que hacia las 5:00 de la tarde llegaremos a la capital austríaca. Cada cierto tiempo hay vallas que indican la cantidad de kilómetros restantes.
Vamos por una autopista excelente, con inmejorable señalización. De pronto vemos una estación de servicio en medio de un bosque precioso., con manguita y todo en donde los pasajeros de autos pequeños paran a relajarse, estirar las piernas y respirar aire puro. Ya vamos en descenso, razón por la cual me gustaría ir un poco más despacio. Ahora aparecen mesetas planas y verdes. Se vislumbra un castillo a lo lejos, pero es tanta la vegetación al lado de la carretera que es poco lo que se distingue del edificio medieval. Los pueblos que dejamos atrás no tienen casas seguidas unas de otras, sino siempre con prados amplios y cultivos abundantes. A la 1:30 de la tarde nos detenemos en el Motor Hotel & Shop, un restaurante en el cual consultamos los mapas viales ubicados en la pared. El almuerzo riquísimo y el postre una torta de arándanos, deliciosa, simplecita y muy suave. Los baños, por supuesto: limpios y cómodos. Junto a nuestra camioneta parquearon un Corbet, un Lamborghini y un Ferrari. Se valorizó nuestra Mercedez.
Al pasar la frontera muchas cosas cambian. Ya no se leen los avisos en italiano, sino en alemán. Abundan las salchichas y los negocios impecables. Hasta las fábricas tienen fachadas de diseño bonito y árboles alrededor. Y lo mejor, en Alemania y Austria no hay peajes. Mientras que en Estados Unidos los muros para aminorar el ruido son de cemento, acá son de cintas de madera entrelazadas formando como un tejido de canasto. Ahora en el plano la autopista es de tres carriles a cada lado. Qué comodidad para viajar por estas tierras. Aproveché para dormir un poco hasta cuando faltaban 25 kilómetros para entrar a Viena. Por acá aparecen de nuevo líneas blancas en el firmamento que dejan los aviones que salen o llegan a la capital austríaca. A propósito alguien me cuenta que en Londres es donde más se aprecian esas estelas que producen los gases licuados de las turbinas de las aeronaves. A esa altura el frío produce ese fenómeno que se aprecia tan bello desde tierra. Viena es la capital de un estado rico, con centro histórico y una parte moderna. Está ubicada a un lado del río Danubio.
Al fin entramos a la cuna de hombres tan célebres como Mozart, Franz Schubert, Johann Strauss (padre) y su hijo del mismo nombre, autores de bellos valses, marchas y melodías populares. Niki Lauda, el famoso piloto de Fórmula 1 también nació en Viena.
Al pasar por el centro histórico los edificios son más altos, de 8 y 10 pisos cada uno. Las calles muy amplias. En estos momentos cruzamos frente al Teatro de la Ópera, aquel que tiene un par de caballos arriba de la fachada. Casi todas las ventanas tienen cornisas redondas o triangulares. Sin embargo se ven las calles un poco monótonas, distinto a Lisboa donde el paisaje es más variado. Hoy la ciudad se ve más bien sola quizá por ser un sábado después del medio día. Pero Viena es una urbe muy limpia y ordenada. Al borde del Danubio se aprecia un parque lineal inmenso. Vimos un tranvía antiguo y también otro de coches modernos. Una gran rueda de Chicago y ofertas en las vitrinas de algunos almacenes outlet.
Nos estábamos demorando un poco para encontrar el rumbo hasta que por fin dimos con el Hotel Ibis de Viena en donde nos registramos las duquesas, el matrimonio Mejía, Álvaro y yo, porque la realeza de Sapzurro y las Glorias se ubicaron en un apartamento cercano. Siquiera dormí un poco en el camino pues ahora estoy dispuesto a lo que venga después de las siete de la noche. Ya en mi habitación vi los últimos minutos del partido Uruguay 2 Corea 1.
A las 6:30 salimos en la camioneta a conocer el centro histórico de Viena. En la parte moderna de la ciudad, Álvaro nos dejó en el otro lado del puente el cual atravesamos a pie por un viaducto peatonal sobre el Danubio. Se ve muy bien el río y un parque de diversiones en donde mucha gente pasa en familia la tarde del sábado. Por el Danubio navega una embarcación larga con turistas.
Sobre el firmamento una avioneta pasa arrastrando una valla publicitaria. Me impresiona la cantidad de gente, sobre todo mujeres, que pasan en bicicletas. Hay edificios modernos y altos y una iglesia de techo rojo que al menos por fueras se ve preciosa. El Metro transcurre a través de un viaducto paralelo al río.
El trayecto que anduvimos debajo del puente, fue largo. Queríamos que Álvaro nos recogiera ya y no teníamos forma de avisarle. Entonces Ricardo y Carmenza se ofrecieron a ir hasta donde él para venirse juntos en la camioneta. La noche está preciosa, fresca y de firmamento despejado, aunque todavía hay luz solar. Hay mujeres muy bonitas, pero también se ven prostitutas ‘finas’ y mucho loco y jóvenes góticos con sus prendas de color negro, botas gruesas, muchos tatuajes y corte del cabello muy singular. Ahora iban por la calle un par de mujeres árabes con su cabello cubierto, vestidos largos y la nariz muy pronunciada. Y no faltan los turistas orientales, esos sí no tienen casi nada bonito. Y algo nuevo que encontramos también en Barcelona y en Segovia: la pareja de novios que van a contraer nupcias salen por la calle con atuendos especiales pidiendo dinero para financiar su luna de miel.
Estamos en la Avenida La Salle, donde se asientan más Hoteles de lujo. Por las avenidas pasan muchos buses de turismo que hacen rutas especiales. Tres horas de recorrido en TuriBus cuestan 39 € por persona. Claro que en un bus rojo antiguo de lo más hermoso que he visto. A las 7:45 llegaron por nosotros para ir al Centro Histórico.
Anduvimos a pié por la avenida Stubeuring que está decorada con árboles y edificios preciosos. Sin embargo aquí en Viena hay más zancudos que en Sapzurro y Ayapel juntos. Cuando vivía en Bogotá me extrañó que hubiera zancudos porque creía que eran exclusivos de tierra caliente. Y en Viena reacomodé mis conceptos, pues pensaba que esos insectos proliferaban solo en el trópico. Pa’ que vea, sorpresas te da la vida.
Visitamos la Catedral de San Esteban cuyo interior se ve un poco oscuro. Tiene un viacrucis en alto relieve muy bonito. Y en esta catedral fue donde se grabó la bellísima interpretación del ‘Ave María’ en la delicada voz de de Sarah Birghtman, la famosa soprano británica nacida en 1.960. Se puede escuchar y revivir ese momento sublime siguiendo este enlace:
A las 9:30 de la noche anduvimos por el Teatro de la Ópera, una edificación clásica bellísima. Tiene afuera una pantalla gigante donde se proyecta lo que sucede dentro. Así que nosotros y los demás transeúntes vimos sentados en la calle el concierto que se celebraba a esta hora.
Están presentando nada menos que ‘Romeo y Julieta’, con la dirección de Plácido Domingo. De noche estas avenidas del centro histórico lucen avisos luminosos y coloridos que le dan realce al centro histórico. Hay muchos almacenes donde venden recordatorios de Mozart, el músico más admirado por los vieneses. La que sí no ha aparecido aún es la luna que hoy es cuando está más redonda y plena.
Después de mucho andar por fin encontré un teléfono monedero para llamar a mis familiares y a mi morena. Pero carísimo, como a euro cada minuto. A las 11 de la noche nos fuimos a dormir viendo edificios preciosos por las avenidas que transitamos. Menos mal mañana tendremos tiempo para detallar algunos pues Viena es una ciudad encantadora y vale la pena dedicarle más tiempo.
Domingo 27 de junio de 2010:
Por error me levanté a las seis de la mañana, pero valió la pena, pues aprovechando el WiFi del Hotel pude escribir con calma para mis familiares y amigos. A las nueve salimos en la camioneta. Hace un día de cielo abierto sin igual. De nuevo se ven muchos buses grandes con turistas, algunos de ellos conducidos por mujeres.
Lo primero fue visitar los Jardines y el Palacio de Schönbrunn. Qué hermosura! Con razón tomé tantas fotos en las fuentes, estatuas, monumentos, flores y jardines exteriores. Y dentro el palacio es maravilloso. En uno de los salones fue donde Mozart dio su primer concierto a los seis años de edad; y en otra de las salas se reunieron en 1.961 John F Kennedy y Nikita Kruchov, en los difíciles tiempos de la Guerra Fría.
Con el audio guía la visita al Palacio de Schönbrunn es muy entretenida. Los salones imperiales, los espejos de nácar, el mobiliario palaciego, las lámparas de cristal que penden del techo, las bellas esculturas en mármol, todo es una fantasía espléndida que nos remite a la época napoleónica. Y algo que me llamó la atención: las lámparas con luces especiales que simulan la llama de una vela. Increíble la manera como esas luces flamean y lo ubican a uno en la época cuando el alumbrado era solo con velas de parafina.
Uno de los retratos que más nos llamó la atención en el Palacio de Schönbrunn fue el de Isabel Cristina de Austria, alias Sisi, la esposa de Francisco José. Fue una mujer que se adelantó a su tiempo, tenía una figura estilizada y se mantenía a dieta para conservar su cintura de avispa. Isabel Cristina pensaba que el matrimonio era una cruz. Así que no se sentía bien casada y para disimular su tristeza periódicamente salía de viaje. Francisco José en cambio, sí estaba muy enamorado de Sisi, de ahí que cuando un loco mató a Isabel Cristina las palabras del rey viudo fueron:
‘Cuánto amé a esa mujer’.
Al medio día, después de visitar Schönbrunn, regresamos al centro de Viena para caminar por avenidas y calles del Centro Histórico llenas de bellezas esculturales y arquitectónicas.
Viena nos ha descrestado, qué ciudad tan hermosa, limpia y bien decorada. El verde de los parques, las fuentes, los edificios públicos, el tranvía, la sincronía de la arquitectura: no hay edificios unos más altos que otros, sino que casi todos tienen seis plantas y fachadas finamente decoradas. Todo esto es difícil de encontrar en otra ciudad. Con razón Viena tiene la mejor calidad de vida del mundo. Personalmente no esperaba encontrar una ciudad así de linda y ordenada.
Viena es una ciudad hecha para los ciudadanos, el peatón, el ciclista. Hay ciclo-rutas por todas partes y sobre todo las mujeres usan bastante ese medio de transporte. La capital austríaca tiene varias rutas de tranvía, unos antiguos preciosos y otros más modernos, además del Metro subterráneo que solo sale a superficie cuando atraviesa el río Danubio. La única dificultad que tuvimos fue para elegir un plato en el restaurante. Si la carta no tiene la foto del menú, es difícil saber qué pedir. Definitivamente el alemán es un idioma bien diferente al nuestro.
Al terminar el recorrido por el centro histórico una de nuestras compañeras se perdió. Menos mal acató a llegar hasta el parqueadero donde habíamos dejado el carro y allí la encontró Jorge. A las 2:15 de la tarde salimos de la bella capital austríaca muy satisfechos de todas las cosas bellas que vimos.
A las tres de la tarde nos detuvimos para almorzar en Landzuit, un bello comedor de carretera. Aquí en Europa los restaurantes de las autopistas son como los más finos de las ciudades colombianas. No solo por la decoración, sino por la calidad de los platos. La diferencia es que los europeos prefieren almorzar en las terrazas y salones donde da el sol.
Más fotos de Viena se pueden ver a través de:
https://picasaweb.google.com/gvallejov/Viena?authkey=Gv1sRgCLW6zZmZpuj4Kw#