Domingo 13 de junio de 2010:
Después de la acostumbrada oración al inicio del viaje nos dice Margos:
‘En Niza sí que hay comercio, muchachas’, ante lo cual responde Gloria Elena:
‘Ay, no me digás eso, que me empiezo a poner maluca…’.
A la una de la tarde salimos de Avignón con destino a Niza. Adelante de Avignón pasamos por el desvío que conduce a Marsella. De nuevo transitamos por una excelente vía de tres carriles a cada lado.
Álvaro nos comenta cómo en Europa casi todas las autopistas son privadas, las construyen grandes emporios que luego se lucran con los peajes y los restaurantes. Y una particularidad de los comedores es que los construyen como sobre un puente encima de la vía para que puedan subir hasta él los pasajeros de los autos que van en cualquiera de los dos sentidos. Nuestro guía piensa que en Colombia los fondos de pensiones que manejan tanto dinero podrían invertir en vías y lucrarse luego de su explotación.
Ahora vamos por lo que se conoce como la Riviera Francesa. Por aquí queda Saint Tropez. Como es día festivo e inicio de vacaciones se ven muchas caravanas que buscan descanso en lugares alejados de la ciudad. Después de un peaje de canasta a 2.80€, descansamos un poco estirando las piernas. Los franceses son muy jodidos, pues todos los avisos y vallas se escriben solo en su idioma, en cambio en España los letreros se leían en portugués y francés. Luego de unos kilómetros más de viaje aparece ‘la Joya de la Costa Azul’, ubicada entre las ciudades de Cannes y Montecarlo.
Aquí en Niza está el famoso Museo del pintor Henri Matisse, (1.869-1.954), uno de los pintores más reconocidos del siglo XX y quien ‘se destacó por su maestría en el lenguaje expresivo del color y el dibujo’. Una de sus obras más recordada es Ventana en Niza y en la sala de mi apartamento tengo una litografía de una de sus obras.
La playa en Niza es hermosa y el mar tiene tonos de azul encantadores: claro cerca de la playa y azul más oscuro al final. Sin embargo el agua es muy fría y la playa no es de arena, sino de piedras, por lo cual las personas que hay a la orilla se broncean sentadas en sillas plásticas. En el malecón hay mucha gente por ser hoy día de fiesta. Cada cinco minutos aterriza una aeronave en el aeropuerto cercano.
Un surfiador es arrastrado por una cometa inflada por el viento. En la parte alta de los cerros cercanos corre el tren francés. El espectáculo es encantador. Por el corredor de cemento varios patinadores compiten haciendo curvas y piruetas por entre una hilera de vasos desechables. Cada veinte metros hay izadas banderas multicolores que flamean a rabiar con la fuerte brisa.
Pero, oh tragedia, se le acabó la carga a la batería de mi cámara y dejé el repuesto cargando en el hotel. Qué vamos a hacer? Pues a disfrutar más del paisaje y esperar que mis compañeros luego me faciliten sus fotos.
Pero, oh tragedia, se le acabó la carga a la batería de mi cámara y dejé el repuesto cargando en el hotel. Qué vamos a hacer? Pues a disfrutar más del paisaje y esperar que mis compañeros luego me faciliten sus fotos.
Apenas si atravesamos la avenida de Niza cerca de la playa y seguimos directo para el Principado de Mónaco, a media hora de acá. Las edificaciones con fachadas y balcones en forja, son preciosas. El panorama es de ensueño en esta tarde de firmamento abierto con las azules aguas del Mar Mediterráneo a un lado de la autopista.
Más adelante encontramos una bahía en cuyo eje hay un gran barco de crucero y muchos otros yates y embarcaciones menores.
Lunes 14 de junio de 2010:
A las seis de la mañana salí a caminar por Niza a través de la avenida paralela a la pista del Aeropuerto. Ya por el malecón bajé a la playa que acá no es de arena, sino de cascajo, no de cantera, sino piedrecitas redondas que se hacen más pequeñas a medida que uno se aproxima a las olas. Obreros con máquinas especializadas madrugan a hacer el aseo del malecón. Algunos veteranos trotan por las aceras y uno que otro joven se desliza en patines.
De nuevo en el Hotel observo la manera como asean los pisos. Con un trapero plano lo impregnan de agua jabonosa en una coca rectangular que tiene un dispositivo para escurrir el trapero mediante presión.
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