2011/03/15

Salzburgo


Domingo 27 de junio de 2010:

Terminamos de almorzar en la carretera entre Viena y Salzburgo y a las cuatro de la tarde continuamos el viaje. Vamos de Oriente a Occidente, pues mientras que Viena está al levante, Salsburgo, la cuna de Mozart, se encuentra al occidente y en la parte más delgada de lo que sería un muslo de pollo, que es la forma que tiene el mapa de Austria, con la parte más carnuda hacia el oriente.


Por todos lados la tierra está bien cultivada lo que le da al paisaje un bello aspecto vegetal. Lo que no he visto son potreros con caballos. Debe ser porque debido a las estaciones su producción se hace solo en establos. Qué bueno fuera que todos los habitantes de los países en desarrollo pudieran contemplar este verde continuo, y constatar los beneficios del orden, la legalidad y la civilización, que impera en estos países. Seguramente empezaríamos a cambiar hacia el bienestar de todos.

Qué paisajes tan bonitos, solo prados verdes y casas con flores. No se ven vallas publicitarias a bordo de la carretera, todo muy ordenado y una hermosa naturaleza. Pasamos frente a una laguna preciosa que parece un espejo, con patos nadando en ella y árboles alrededor.  Uno no creía que las fotos de los almanaques antiguos pudieran darse en la realidad, pero acá estamos contemplando esas bellezas, en vivo y en directo.  Dios mío, cómo ha sido de generosa la vida conmigo! Tengo salud y ahora disfruto de este viaje extraordinario, lleno de experiencias y conocimientos nuevos. 

Ahora aparecen de nuevo Los Alpes. Veo cómo algunos buses de turismo que pasan con frecuencia tienen atrás como un espacio o maleta adicional seguramente para llevar viandas. E incluso algunos llevan un remolque trasero.

Son las seis de la tarde, faltan solo diez kilómetros para llegar a Salzburgo. Casi toda esta autopista tiene vallas anti ruido como de tres metros de altura, con cintas de madera entrelazadas, semejante al tejido de un canasto. Cuando el cerco se hace muy largo, le construyen una sección frágil o fácilmente rompible para escapar en caso de emergencia. O sea, todo está previsto.

A las seis de la tarde bajamos las maletas en el Hotel Ibis, en las afueras de Salsburgo. Luego del registro y acomodación salimos en la camioneta hacia el centro de la ciudad. Pasamos un puente a la entrada y luego caminamos por la calle peatonal. Mientras tanto pasaban alegres, con banderas y pitos, unos alemanes que celebraban la victoria de su equipo 4-1 frente a Inglaterra, en Suráfrica.



Una cosa que admiramos en Salzburgo son los avisos publicitarios, tan originales y sobresalientes en las calles. Tienen diseños antiguos y barrocos, a tono con el ambiente medieval del pueblo. Pasamos frente a la casa donde nació Mozart y después entramos a la famosa pileta y el cementerio que aparece en la película ‘La novicia rebelde’. ‘Las muchachas’ se emocionaron mucho de estar en ese lugar.

Salsburgo es un pueblo bellísimo, lástima que llegamos cuando ya el sol está cayendo. Nos sentamos en una de las plazas a tomar una cerveza con vino. Delicioso el ambiente, muy rica la pizza. Mientras tanto Álvaro nos cuenta cómo el 16 de diciembre de 1.977 compró por 40 mil pesos su primer órgano. Y empezó a animar reuniones, la primera en el Club Rotario por la cual le pagaron dos mil pesos. Nuestro guía es músico de nacimiento, según él, la música no se aprende, sino que viene en la sangre.

Salzburgo perteneció antes a Alemania, razón por la cual a Mozart se le considera un músico germano. En este pueblo,  todo tiene la imagen de Mozart, el hijo ilustre de la ciudad, o se ufanan  que el gran músico haya pisado su suelo.  Tanto que a alguien le dio por poner un negocio que, en el aviso, decía:

‘Este es el único lugar en donde no estuvo Mozart’.

Y la verdad es que Mozart, fue un genio desde muy pequeño. A los cuatro años su papá: Leopoldo, lo llevó a tocar ante el rey y todos quedaron descrestados. Esta mañana estuvimos en el salón del Palacio Schöngenn en donde Mozart actuó para el rey. A los 10 años, Mozart compuso su primera sinfonía. Lástima que este gran músico, murió a la temprana edad de 35 años, después de haber sido maestro de Beethoven. 


Hay muchas iglesias bonitas, pero ya cerradas a esta hora de las ocho de la tarde. Aquí los buses de servicio público tienen atrás un espacio reservado para llevar las bicicletas y un interruptor para pedirle al conductor que abra la puerta trasera. Sin embargo priman los tranvías eléctricos que reciben el suministro a través de cables aéreos que afean la ciudad.

En Salzburgo comienza la región de Bavaria de la cual Munich es su capital. Mañana visitaremos esa ciudad y el famoso castillo de Luis de Baviera.

Salimos de Salzburgo a las diez de la noche y mientras llegamos al Hotel Ibis escuchamos una canción muy apropiada para el momento: ‘Mi Pueblo’, de César Costa.



Miramos el final del partido Argentina 3 México 1 y después de pasar las fotos al NetBook, nos dormimos a las 12:30. 

Se pueden ver más fotos de Salzburgo en:

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