2010/12/23

Principado de Mónaco

Domingo 13 de junio de 2010:

De Niza continuamos por la autopista que bordea la playa sobre la Costa Azul, hasta Mónaco. Más arriba está la carretera antigua, de muchas curvas, pero con una vista inmejorable sobre los bellos edificios costeros y el mar Mediterráneo muy tranquilo y con distintos tonos de azul.

Ya en Mónaco parqueamos fácilmente y subimos hasta el Edificio del Museo Oceanográfico. La fachada del edificio es de una belleza sin par. Dos águilas gigantes coronan el friso. Figuras antropomorfas decoran el frente, y en los extremos sendas embarcaciones con remos emergen bajo arcos en cuya cima hay dos mapamundis.

Ahora hay una exposición por los senderos de ascenso, con figuras gigantes que muestran la mitad de los cuerpos sin piel y se pueden ver los órganos internos, ya sea del hombre o de una mujer en embarazo y hasta de un caballo.

Llegamos hasta una iglesia hermosa en donde están las esculturas de los príncipes Rainiero y la princesa Grace. Más adelante nos extasiamos admirando la hermosa vista sobre una de las bahías del Principado. Por fin arribamos a la plazoleta frente a la cual está el Palacio de los Príncipes de Mónaco. Se trata de una edificación más bien sencilla, de cinco plantas con la bandera blanca y el escudo al centro,  flameando constantemente.

Aquí en la plazuela están estacionados un par de autos hermosos, con placas del Principado. Se trata de carros de altísima gama marca Aston uno y Rolls Royce el otro. Qué acabados tan finos, cuánto brillo y ostentación. El ascenso hasta esta plaza es gratis. Los edificios tienen fachadas de colores pasteles y ocres muy bellos. Algunas ventanas muy francesas están pintadas de color azul hortensia. Caminamos por un sendero que rodea la cima. La vista desde acá es de ensueño.  En este momento dos helicópteros privados sobrevuelan la bahía y se dirigen a una de las edificaciones de lujo.

Del otro lado la vista es impresionantemente bella. Se ven muchas embarcaciones fondeadas en la ensenada, allá abajo. La mayoría de cascos blancos y mástiles desnudos sobre un fondo de tranquilas aguas azules. Como para quedarse ahí mucho rato contemplando tanta belleza. Allá al fondo y hacia el oriente empieza  Italia hacia donde nos dirigiremos mañana lunes. Hacia el occidente se ve el peñón gigante que corona los cerros

En la ciudad, en donde se aprecian las calles del Principado es por donde se corre una de las etapas de la Fórmula 1. Cuentan que el ruido se encierra por calles estrechas y es tan estrepitoso que se escucha incluso en Niza. Por supuesto que ante la escases de terrenos predominan las edificaciones verticales. Y es que el hacinamiento en esta rica ciudad tiene su parecido, guardando las proporciones,  a la alta densidad de construcciones y población que se aprecia en Medellín. En el centro se distingue el cementerio con pinos elevados y verdes.  Al fondo y al otro lado varios edificios forman una herradura inmensa y entre ellos se destaca, por su techo verde, el famoso Casino de Montecarlo.

Regresamos a la iglesia de frontis grecoromano que exhiben un león y un toro alados en los extremos superiores. Tomamos los ascensores y escaleras eléctricas que nos llevaron hasta el parqueadero en donde habíamos dejado la camioneta. En ella llegamos luego a la plaza frente a la cual están el Casino de Montecarlo  y el Hotel París, de clásico estilo francés y ambos con hermosas portadas. Son las ocho de la noche pero aún hay luz solar. Este es uno de los sitios más lujosos del mundo.

El famoso Casino impresiona por la belleza de su edificación. Exhibe un reloj en el centro de la fachada y cuatro figuras humanas de color verde cobrizo. Continuamente llegan hasta la entrada al Casino personajes de jet set mundial en autos de lujo. Rolls Royce, Ferrari, Mercedez Benz, Audi son las marcas más comunes en el lugar. De un Maserati desciende ahora un hombre de rasgos chinos o, de todas maneras, venido de oriente. La mayoría de los autos finos son de colores oscuros: negro, azul o bermellón. Aquí los taxis también son carros de alta gama. Cuando es el dueño quien conduce, se baja del auto y deja su carro en manos del dependiente para llevarlo hasta el parqueadero cercano.

En el parque central, una esfera de espejo refleja la fachada del casino. Alrededor del parque aún ondean las banderas blanco y rojo. Este es un paraíso fiscal, igual que Andorra y Luxemburgo.

Atrás del club de jugadores está el Teatro de la Ópera, con esculturas en honor de dos ilustres hombres nacidos en Mónaco: Massenet (1.842-1.9129), y Héctor Berlioz (1.803-1.903), dos músicos que hicieron valiosos aportes a la cultura universal. A esta hora de las nueve de la noche el sol empieza a ocultarse y muchos pajaritos entonan sus últimos trinos.

Detrás del Casino hay otro edificio con una fachada impresionantemente hermosa que más parece la fachada de una iglesia. Y a cada lado de la edificación hay un magnolio, ahora sin flores. Dos hermosas torres con cuatro balcones cada una coronan el edificio.

Ya de noche regresamos a Niza primero por entre los túneles y calles que se aprecian por Televisión en las transmisiones de la Fórmula 1 y luego a través de una super autopista de tres carriles a cada lado. Hay un gran túnel a través del cual se toma altura para ubicarnos en lo alto de los cerros y descender luego a Niza.

Gloria Elena y yo nos quedamos descansando en el hotel mientras los compañeros se fueron a comer pizza al malecón. En Carcasonne boté mi bolígrafo kilométrico retráctil. Cuánto lo extraño: es tan práctico y eficiente!

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