2011/02/15

Mykonos


Miércoles 23 de junio de 2010:

Mykonos está ubicado a 216 kilómetros de Atenas. El barco salió a las siete de la tarde y estará en esa ciudad mañana a las siete de la mañana. Navegaremos a una velocidad promedio de 20 kilómetros por hora. Mikonos es una de las islas más pequeñas del grupo de las Cícladas. 

La población de 5.000 habitantes está muy por debajo de los 900 mil turistas que visitan la isla cada año. Es un destino turístico más que todo de playas, pues el mar tiene un color azul permanente y a los europeos del norte les fascina venir a asolearse en estas riberas.


A las seis y cuarto de la mañana estuve en la cubierta del piso 10 para ver el amanecer y la llegada a Mykonos.  Muy bonita la salida del sol con cielo completamente despejado.  Mykonos pues se veía cada vez más cercano con sus casitas blancas todas, algunas iglesias pequeñas de cúpulas redondas y rojas, y unos cuantos molinos de viento también enanos.  Es un poblado bien pintoresco que cobra vida aún más con las aguas del océano tan azules que le sirven de base.

Desayuné con Corn Flakes y me alisté para desembarcar e ir a Mykonos. Pero lo que me pareció increíble fue la cantidad de desperdicios que generó mi primera comida: la cajita de cartón donde venía la porción individual de Corn Flakes, la bolsa interior de un material grueso y protector, más el envase del yogurth y la servilleta que aquí siempre es de tela y la lavan aunque se utilice poco.

El buque no atracó en muelle sino que permaneció fondeado a un kilómetro de la playa. Varias lanchas hicieron viajes todo el día llevando a los pasajeros del Esplendor de los Mares hasta Myconos. El pueblo es pequeño aunque muy regado a lo largo de una pequeña montaña sobre el mar. Tiene allá arriba puntos estratégicos desde donde la vista al mar debe ser muy bonita. Pero con la caminada de ayer en el Partenón y luego el juego de tenis de mesa, mis rodillas amanecieron resentidas y sería absurdo forzarlas más.

Averigüé el alquiler de carros y rentan motos a 20 euros todo el día, pero exigen tarjeta de crédito. Además en una moto se recibe mucho sol y no deja de ser un paseo riesgoso. Esperé a que llegaran mis compañeros que no son tan madrugadores y les propuse alquilar un carro, pero no estuvieron de acuerdo 'porque por allá no hay nada que ver'. A mi me encantaría subir hasta esa cuchilla de la montaña y ver el aeropuerto que está al otro lado.  En fin, mis gustos son diferentes a los de la mayoría. Así que, Germán Darío, entra a Internet y más bien devuélvete para tu casa, es decir al barco.

El internet acá no tiene operario, sino un dispositivo por el cual uno echa una moneda de un euro y el sistema le da 15 minutos de navegación. Me encontré con las Glorias y las Duque que apenas llegaban y después de acompañarlas y darles información regresé al barco en una lancha y vine a escribir estas líneas. Aprovecharé también para hacer una siestecita.

 Me llama la atención que a pesar que hoy han llegado varios buques, la gente apenas está abriendo los negocios. Tan distinto a lo que veía en Santa Marta cuando desde las seis de la mañana empezaban a organizarse los vendedores de artesanías y los taxistas para recibir a los turistas del crucero a las ocho y media cuando empezaban a salir los primeros viajeros.

Mikonos es para mí  el destino menos bueno de los que hemos visitado, pero por mi aversión al sol. No hay transporte público en el que uno se pueda movilizar, o al menos no lo vi yo. De ahí que toca andar por calles empinadas y pequeños laberintos bajo un sol canicular como el de este el tercer día del verano. Sí hubiera sido bueno ir a ‘la Venecia de Mykonos’, pero al llegar al barco estaba como maluco y preferí acostarme un rato. 

‘La fragilidad de las panteras’ de María Tena parece ser una novela interesante en donde trata de explicar la manera de ser las mujeres y lo importante que somos los hombres para ellas.  Por un canal español entrevistaron a la escritora. 

Ya por la tarde cuando mis compañeros habían regresado al barco, estuve en el jacuzzi con Nilsa y Margarita. Por la tarde nos sentamos todos en la cubierta del noveno piso a observar la isla de Santorini cerca a la cual pasamos durante un rato. Es una isla redonda y muy montañosa. Sin embargo no se pudo ver la ciudad de Santorini que está construida en la boca de un volcán y hasta la cual se sube en burro. Es una de las islas Cícladas más visitadas. Pero nos contaban cómo el crucero que fue ayer no pudo desembarcar los pasajeros porque el mar estaba bastante picado. 

 Gloria Elena contaba ayer que los mejores paseos que ha tenido en Europa fueron el que hizo por los castillos de Francia a través de carreteras secundarias, no por autopistas, y el que realizó en Italia visitando solo pueblos pequeños como San Gimignano, por ejemplo.

Luego de comer langostinos y pescado con piña y melón, nos sentamos en el cuarto piso descubierto para ver la caída del sol. Qué hermosura! Convertida en una bola roja desapareció la gran estrella dejando el firmamento manchado de naranja. 

Aprovechamos la ocasión para tomar una foto de todo el grupo y luego, como venteaba  fuerte,  nos fuimos para el cuarto piso donde toda la gente estaba muy elegante. 

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